Un diálogo a fondo con la nueva presidenta de Women in Mining Argentina. Hasta 2024, tendrá el desafío de poner en marcha políticas y prácticas que colaboren al desarrollo de la mujer en minería. Esto lo hará desde dos posiciones clave: en paralelo a su actividad en WiM, Sampalione se desempeña como directora de Sostenibilidad y Relaciones Externas en Newmont Argentina, compañía que desarrolla en Santa Cruz la operación Cerro Negro, principal exportadora de oro del país.
¿Quién es la mujer detrás de la profesional que hoy dirige la organización de mujeres mineras referente en el país y un área de especial responsabilidad en Newmont?
Me considero una persona con mucha fuerza, una mujer con energía a la que le gusta que las cosas se hagan bien, dando lo mejor posible a nivel grupal pero también desde lo individual, con un espíritu de superación que siempre debe reinar en lo que hacemos. Esa es la base de mi camino, hacer lo que está a nuestro alcance, con nuestras herramientas, basándonos en el conocimiento como la principal hoja de ruta. Soy licenciada en Ciencias Políticas, una carrera que me dio una imagen más amplia respecto a cómo nos comportamos como sociedad y cómo eso puede aplicarse a la gestión de la minería en este caso. En esta línea, siempre me pareció importante poder entender y ver de forma clara nuestro propio nivel de incompetencia para así poder superarnos. Mis guías siempre fueron: dar lo mejor, entender cuando hay algo por mejorar y saber qué es lo que puedo y no puedo hacer. En eso me ayudó mucho el deporte, donde cultivé una noción positiva del trabajo en equipo y la exigencia.
¿A qué desafíos te enfrentaste en los inicios de tu vida laboral y profesional? ¿Qué acciones fueron dando forma a tu liderazgo como mujer en el sector industrial argentino?
Parto de un espíritu aventurero, me gusta cambiar y moverme para elegir con libertad y pudiendo observar la panorámica completa. Particularmente en mi caso, creo que nunca fui en busca de algo puntual; es decir, no tenía una vocación marcada pero sabía lo que me gustaba, desde ahí me permití elegir y hacer el camino al andar.
Sueño con hacer brillar a mi país, que se conozca, que se vea el aporte de nuestra gente, de quienes se animan a emprender y quienes con poco logran hacer mucho y dejar en alto a la Argentina. Siempre busqué dar lo mejor de mi por esta causa común que es mejorar la vida de quienes tenemos a nuestro alrededor.
Profundizando un poco más, recuerdo como algo fundante, por ejemplo, cuando comencé a trabajar con Bernardo Neustadt; en ese entonces conocí el mundo de la política, la importancia de la toma de decisiones. A partir de allí fui encarando cada cosa que se presentó en mi camino, siempre muy vinculada a la toma de decisiones. No solo por la historia familiar, en la que había grandes líderes, sino por las oportunidades laborales que se presentaron luego.
¿Sentiste temor en esas primeras experiencias? ¿Cómo lo enfrentaste?
En relación a la temática propiamente de género, nunca tuve problemas, miedos o situaciones que hayan afectado negativamente mi carrera. Sí sufrí por ser una persona sin experiencia y joven en puestos de decisión. De chica tuve experiencias en puestos de liderazgo sin un bagaje previo y eso generaba ruido y momentos poco deseables. Es una situación difícil de manejar pero a la vez superadora y formativa.
¿De dónde surge la motivación por la minería?
Entré en minería en un mando medio sin conocer el sector, sin ser ingeniera, queriendo asomarme en una industria cerrada, mucho más de lo que es hoy en día en un presente que goza de grandes cambios. Encontré más trabas por esto que por ser mujer.
Los obstáculos se evidenciaron también cuando fui mamá. Todos los mandatos recaían en mí y no había herramientas o legislación para dividir este rol entre mi marido y yo. La maternidad es un proceso que hay que dar en conjunto y el varón muchas veces no puede o no sabe cómo manifestar esto en su trabajo. Hay que empoderar al hombre para compartir estas tareas y generar una nueva política al respecto. Esta es la vuelta de tuerca que Argentina necesita dar para que haya equidad. Ahí se van a dar los cambios como sociedad en relación a los roles establecidos. Alimentaremos así la independencia de la mujer y el rol de la familia como base social.
Particularmente en el caso de la minería, es un trabajo exigente, que requiere ausencias, cambios en la dinámica familiar y una responsabilidad mayúscula por el tipo de actividad que se realiza. Si la ausencia no la tenés bien compensada familiarmente se vuelve compleja, sobre todo para las mujeres.
¿Cómo se vive en la empresa la cuestión ligada a género y cómo es la relación con estas transformaciones que viene experimentando el sector minero?
Más allá de los programas y las acciones específicas, trato de aportar una visión que ayude a las demás a abrirse su camino, a trabajar sin miedo y a confiar en sus conocimientos y habilidades. Aquellas que hacen lo que les gusta y se esfuerzan cada día por ser mejores van a poder saltar los obstáculos que se presenten con mayor facilidad. El foco debe estar puesto en ser mejores y respetar a los demás. Hay un contexto que hoy las acompaña y entre todos tenemos que generar las políticas para que esta participación creciente de la mujer en el aparato productivo se consolide. La base es trabajar con criterio y a conciencia.
¿Qué te queda por aportar a una industria como la minera? ¿Qué deseos existen detrás de tu participación en esta actividad?
Seguir aprendiendo y conociendo sobre minería es un desafío de por sí increíble. Estamos hablando de una industria donde las inversiones son potentes y que contribuye a la creación de empleo genuino con la tasa más alta de empleo registrado (90%). Es un sector que además está alzando la voz y enfrentando con acciones concretas la cuestión ambiental y que, bien gestionado, puede dotar de un gran poder transformador a cada comunidad a la que llega. Es estimulante poder pensar a largo plazo, algo que es determinante en este sector. El ADN minero está compuesto de saber mirar hacia el futuro, planificar, dar previsibilidad y estabilidad; sostener las reglas. Todas esas virtudes que tiene la minería son las que me inspiran a seguir adelante y trasladar todo esto a la dinámica general de mi país, independientemente del rol que me toque cumplir.