Micaela Taboada es socia gerente de la empresa ARG y tiene a su cargo la presidencia del Departamento Joven de la Unión Industrial de San Juan y la vicepresidencia regional de UIA Joven. Con 35 años también es mamá y emprendedora, y cuenta cómo es el complejo pero enriquecedor camino de apostar por un proyecto propio.
¿Cómo se forma ARG y qué idas y vueltas tuviste que enfrentar en tus inicios con el emprendimiento?
Siempre tuve el “bichito emprendedor”, desde esa inquietud por apostar por lo mío nació todo. Comenzamos con mi marido que es comerciante de otro rubro y unimos fuerzas por esta idea de tener algo propio. El primer paso fue iniciar una fábrica de rebozados industriales en la que invertimos todos nuestros ahorros, aunque tuvimos que cerrar por temas burocráticos al poco tiempo de haber comenzado.
Luego, ya embarazada de mi hijo, el esposo de mi madre, ingeniero en minas de profesión y minero de toda la vida, me ofreció iniciar una empresa de fabricación de productos para minería enfocada en ductos de ventilación subterráneos. Iniciamos el negocio con una inversión muy baja y en ese momento cada uno aportó un capital que no alcanzaba ni para comprar una moto. Nos asociamos con una tercera persona que tenía el know-how y empezamos a trabajar en 2013 con una sola máquina de coser. La primera orden de compra la recibimos de Casposo, los primeros en confiar en nosotros.
Arrancamos con el nombre Carpas Argentinas y hoy nos conocen como ARG. Actualmente somos un equipo de 30 personas, tenemos presencia en todas las operaciones del país, somos líderes en ductos de ventilación y ampliamos la gama de productos. Logramos exportar a Uruguay y nuestra meta sigue siendo ser competitivos para abrir nuevos mercados. Hemos crecido a paso fuerte y seguro y eso nos reconforta.
¿Qué escenarios vivenciaste como mujer y proveedora minera en esos momentos donde tu proyecto no era tan conocido?
Los desafíos fueron grandes en todo sentido. Para empezar inicié una pyme en Argentina embarazada de tres meses, con todo lo que eso significa. En un principio tenía que adaptarme a la necesidad de la empresa, que requería mucha presencia y complicaba el tiempo necesario en familia. Difícil para mi entorno, pero con el apoyo de todos ellos y especialmente de mi hijo seguimos adelante sin parar desde el primer día. No es un desafío sólo de género sino generacional, porque mis socios tienen más de 60 años. Fue rico el intercambio por las diferentes miradas. Hoy soy socia y tengo libertad para trabajar y siento que siempre tuve un papel protagónico. Ese protagonismo radica en animarse, en aprender día a día y saber que uno tiene mucho por aportar si así lo cree y trabaja para ello.
¿Cómo surge tu participación en la Unión Industrial San Juan y UIA Joven?
Esta participación es una de las grandes satisfacciones que tuve en mi camino. Entré hace siete años porque estaba interesada en una actividad que ellos realizaban y me sumé para participar. Llegué un día y nunca más me fui.
Mi formación familiar es política. No soy partidaria, pero me incliné por la política gremial empresaria que me lleva a involucrarme desde otro lugar. Además, creo que tenemos la suerte como generación de que se den naturalmente ciertas cosas que luego se reflejan en la UISJ, como por ejemplo la paridad de género en los puestos de trabajo o el desarrollo de programas apuntados a estos temas. En la actualidad hay una dinámica y una visión distinta: la paridad de género es una búsqueda natural y compartida por los más jóvenes.
¿Es la minería una “industria difícil” para la mujer, como solía argumentarse tiempo atrás?
La principal dificultad es la de creer en uno mismo y animarse, accionar con criterio y apertura, buscando siempre saber más, conocer más y apostar por generar equipos que te ayuden en ese camino. El punto de partida es entender que uno no puede hacer todo el trabajo en solitario, seas hombre o mujer. No se trata de una industria difícil en términos de género, la complejidad radica más bien en el grado de formación técnica y profesional que se requiere para atender las necesidades de las empresas mineras. La minería te da muchas satisfacciones, hay un potencial que te permite trabajar y desarrollarte y en ese espectro de oportunidades existen muchas salidas para la mujer.