Por Dra. Karina Viñas Líder Equipo Género in Company WIM ARG
La Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) es el procedimiento obligatorio que permite identificar, predecir, evaluar y mitigar los potenciales impactos que un proyecto de obra o actividad puede causar al ambiente en el corto, mediano y largo plazo; siendo un instrumento que se aplica previamente a la toma de decisión sobre la ejecución de un proyecto.
En Argentina, se trata de un procedimiento técnico-administrativo con carácter preventivo, previsto en la Ley N°25.675 -la Ley General del Ambiente-, que permite una toma de decisión informada por parte de la autoridad ambiental la cual se expide a través de una Declaración de Impacto Ambiental (DIA). Nuestro País tiene un robusto marco normativo y, además, expresó en diciembre 2023 su intención de ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) donde las “Buenas Practicas” y la “Transparencia” son ejes fundamentales para el desarrollo empresarial responsable.
A inicios de este 2024, tuvimos también la gran noticia de que la Provincia de Salta mediante su Res. N° 08 de la Secretaria de Minería y Energía liderada por la Dra. Romina Sassarini y en el marco del Plan Provincial para el Desarrollo Minero Sustentable específicamente en su eje 10 Minería Inclusiva, resuelve disponer la incorporación de perspectiva de género en la evaluación y aprobación de los Informes de Impacto Ambiental y Social.
Esta decisión de política sostenible, abre el camino no solo al cumplimiento normativo en materia de genero para el desarrollo de las mujeres mineras en ambientes laborales sanos, sino que también desde el impacto social de la sostenibilidad, el uso de los “anteojos de género” desde la perspectiva de derechos humanos y multicultural verá una gran incidencia en las comunidades anfitrionas a los proyectos mineros.
Partimos de la base que cuando hablamos de “género” no hacemos referencia a “mujeres” sino a la relación que histórica y culturalmente se construye entre los sexos. En las sociedades occidentales actuales como la nuestra, existen brechas de género, porque existen desigualdades entre varones y mujeres tanto en el acceso como en el control de los recursos económicos, tecnológicos, culturales, laborales, políticos y simbólicos, entre otros.
Desnaturalizar las relaciones y roles de género supone una apertura al cuestionamiento y a la transformación de aquello que se tiene como natural, dado e inmutable, y trazamos un sendero hacia otras formas de interpretar y organizar esas relaciones. Cabe aclarar que los roles de género no están mal o bien dependiendo de la categoría de su análisis: lo que sí sabemos es que genera a ciencia cierta, inequidades en las sociedades como la nuestra.
Construir una mirada crítica a partir del análisis de género nos posibilita desnaturalizar los roles asignados a varones, mujeres y personas no binarias. Nos permite desentramar la estructura de estereotipos y generar oportunidades en condiciones de mayor igualdad.
Abordar el impacto social desde la perspectiva de género no se limita a la incorporación de mujeres en los equipos técnicos. Las nuevas normas de gestión de calidad IRAM 57.001 nos brindan los lineamientos para cumplimentar con la agenda de Genero y Equidad, pero hacerla efectiva y real es una responsabilidad de todos quienes llevan adelante el abordaje territorial de las zonas anfitrionas de proyectos mineros. Visibilizar para reducir las desigualdades de género en la industria minera, no es una cuestión meramente reivindicativa o ética.
Partimos de un gran desafío ante nudos problemáticos, ya que cada vez se achica la brecha de género en el mundo laboral minero, pero en nuestro territorio, no todas las mujeres de las comunidades anfitrionas deciden ingresar a la industria minera. El contexto es tremendamente multicausal tanto desde lo objetivo como desde su propia subjetividad: son jefas de hogar y carecen de redes de sostén que les permitan sistemas de roster; padecen de violencia en el ámbito familiar y tienen “miedo”; deciden vivir de acuerdo a su cultura ancestral pero no poseen oportunidades para desarrollarse en la cadena de valor minera entre muchos otros.
Un modelo de desarrollo es equitativo y eficiente si satisface las diversas necesidades humanas en condiciones de igualdad de oportunidades y equidad de trato, por eso es necesario colocarnos los anteojos de género y visibilizarlo. No hay desarrollo sostenible sin equidad de género. Todos somos parte del cambio y desde WIM ARGENTINA fomentamos las buenas practicas que nos conduzcan a él.