La socióloga Victoria Pik, especializada en recursos humanos y manejo del cambio, lleva más de dos décadas dedicada al desarrollo de organizaciones. Aunque no desestima la importancia del conocimiento académico, ubica al diálogo como principio fundamental para tratar las problemáticas sociales de la minería: “Ante posiciones contrapuestas, muchas veces la teoría no alcanza, no hay un método específico. La credibilidad empieza por la integración, por estar en el lugar del otro y sostener ese poder de escucha en el tiempo”.
La comunicación suele ser referida como uno de los puntos débiles de la industria minera. ¿Qué implica “comunicar bien” y qué tipo de vínculo con la comunidad debe alcanzar un sector productivo con las características de la minería?
En lo bueno y en lo malo, se necesitan dos para bailar el tango. Especialmente en esta actividad, por su magnitud e impacto, debemos entender ya desde el nacimiento de todo proyecto minero que la única forma de llegar a una situación positiva es a través del trabajo colaborativo y del entendimiento de todas esas verdades que van apareciendo. En este caso, por comunicación no sólo es necesario enfocarse en qué comunica la minería, sino también en cuánto deja la minería que la gente se comunique con ella. Primero, debo permitir que las personas que tienen algo que ver con el asunto se expresen, sostener ese intercambio tanto interna como externamente.
Cada uno tiene una visión propia del mundo y lo percibe de una manera que, para otro, puede resultar incomprensible. Pero no por eso es menos válida su mirada ni debe dejar de abordarse. Lo rico de quienes trabajan en comunicación no es justamente comunicar lo propio, sino más bien escuchar: el proceso de mejora en estos campos se diseña en conjunto, obviamente con algunos anclajes y sistematizaciones en el medio que van a colaborar a ese fin último, pero siempre uniendo a las partes. Más allá del know-how, y que debemos tender a la perfección, a contar con la gente más capacitada e invertir en programas afines, hay una parte ineludible que tiene que ver con la humildad y la modestia de permitirte conocer al otro, reconocerlo en un ambiente específico, y sobre eso saber qué no, qué sí y qué se puede llegar a negociar, siempre en base a esos intereses compartidos. Si se logra generar esa transferencia, no tenderá a primar el “no por el no”.
Otro tema importante tiene que ver con no dejar ciertas necesidades, visibles en las comunidades donde suelen asentarse los emprendimientos mineros, al libre albedrío. Responder con silencios donde existen demandas. Eso, por partida doble, genera resistencia y lo contrario a cualquier sentido de aceptación por parte de la sociedad, y afecta en lo específico a un proyecto minero pero culmina por impactarlos a todos. Esto no significa, de ninguna manera, que haya que decir siempre que sí a toda demanda. Una empresa no es una sociedad de beneficencia. Y eso claro está. Pero el liderazgo tiene que ver con entender que no es posible desarrollar una actividad de tal magnitud sin involucrarse y construir un consenso, un vínculo perdurable en el tiempo donde el resultado final incluya todos estos matices. Puede que otras industrias tengan la posibilidad de descuidar un poco más estas aristas, pero en minería son temas obligatorios.
En referencia al liderazgo y la imagen del sector, los mandos de gestión y alta gerencia poseen una responsabilidad fundamental. ¿Qué significa liderar, tanto desde lo individual como desde lo colectivo? ¿Cómo se construye reputación y liderazgo?
Cuando en una compañía me consultan cómo mejorar los procesos, los primeros disparadores están relacionados a cuánto se escucha a la gente, cuánto se conoce de sus problemas y qué es lo que creen que tiene margen de mejora. Es decir, establecemos un diagnóstico introductorio que parte, nuevamente, del intercambio que posibilita el lenguaje. En minería vemos con mayor firmeza que cada contexto goza de una cultura específica, por ende, ser un buen líder tiene que ver con empezar a desarrollar una cultura que contemple todo lo que acerca a las partes, una identidad compartida. Lo que hacemos se basa en la comunicación y es el lenguaje el que crea realidades. Luego, uno acopla a eso herramientas para la mejora. Y allí es donde se adaptan los mejores procesos, trabajando sobre lo que deja ese intercambio y no sobre modelos o moldes previos.
El liderazgo es un proceso de comunicación. Para relacionarnos es esencial no levantar muros. Aprender del otro, de su verdad relativa. Y cuando uno quiere generar un cambio en una organización, se tiene que empezar a preguntar cosas muy pequeñas. ¿Los directores saben quién es el señor que está en la puerta del edificio cuando van de camino a la oficina? ¿Los equipos de liderazgo conocen cómo viven las comunidades cercanas a los proyectos, cómo palpan su día a día? ¿Tienen conocimiento de qué es lo que causa sentido de pertenencia en la comunidad? O yendo a algo más grande, ¿cuán empapados están de la historia de esa región, de ese país, de sus costumbres y formas de vida? Ese estar en el lugar del otro genera procesos exitosos, y en los casos en los que tuve que dirigir cambios de esa índole, siempre el trabajo inicia con los directivos, de arriba hacia abajo. Un buen líder ayuda a la gente para que crezca y sabe comunicar lo bueno y lo malo, le otorga una voz a los problemas y los reconoce porque entiende que lo que no se trata luego crece en forma silenciosa.
En medio de un escenario de falta de confianza hacia el sector público y privado, ¿qué estrategias pueden adoptarse para avanzar a una nueva instancia de entendimiento entre las empresas mineras y la sociedad?
A lo largo de la historia las empresas mineras han tenido errores. Pero se han sabido reparar y se han logrado establecer estándares de operación superiores a los de otras industrias. Ahora, el común de la gente no sabe que las compañías se han comprometido a lograr estas cosas, a avanzar en lo que antes se hizo mal. Y muchas veces el descreimiento general por las instituciones, por la política y por el sector privado, termina por impactar en el desarrollo de los proyectos.
Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que es una actividad válida, que es posible hacer minería, controlar e integrar a las comunidades, con casos sobrados en todo el mundo que indican que se puede desarrollar la actividad si partimos de la premisa de la integración. Las empresas tienen que involucrar a la comunidad civil para que vean en primera persona aquello que no creen, aquello que no llegan a ver. La principal responsabilidad es con la población. Tenemos que poder decir a la gente lo que se hizo bien y mal, cómo se trabaja por remediar lo malo y seguir construyendo lo bueno. La ciudadanía tiene que ser auditora de lo que se hace, y en esto también es clave involucrar a los más jóvenes, ampliar las miradas sobre un mismo tema e incluir a las nuevas generaciones en el debate sobre cómo mejorar la actividad.
La cuestión de género e inclusión también cobra especial importancia en ese contexto. ¿Cómo analiza el auge de la mujer en estos sectores y los esfuerzos de la industria por aumentar la participación femenina?
Creo en el espíritu colaborativo y considero que hay que defender el trabajo de la mujer en cualquier ámbito, es una premisa central, aunque no debe hacerse de cualquier manera ya que si no no se suma, y por el contrario, se resta. El cambio organizacional no se da de la noche a la mañana, ni implica reemplazar una cosa por otra. Es uno más uno, como señalábamos en un comienzo.
No sólo en la minería sino en todos los niveles, existe un aumento en la presencia de la mujer y una mayor aparición de talentos femeninos independientemente del rubro, por lo que considero útil empezar a trabajar desde lo que nos une para tener cada día equipos más exitosos; generar alianzas y lazos con nuestros compañeros varones y, en un terreno más general, con todos los actores implicados. Así podremos llegar a un estadio de entendimiento en el que todos suman y todos tienen algo por aportar, hombres y mujeres por igual.
Nuevamente, la perspectiva de género tiene que estar orientada al trabajo en conjunto, a trabajar entre todos por una causa común que puede ser la minería o cualquier otra actividad. Las mujeres no llegamos a los codazos, y con muchas conquistas encima que son de gran orgullo, el objetivo ahora es no pasar de una etapa pendular de un machismo extremo a un feminismo desequilibrado. El fin de la corriente feminista es mejorar las relaciones sociales existentes, contribuir al cambio. En el ámbito minero las mujeres están recorriendo un camino más que prometedor, y su creciente presencia en esta actividad servirá para resaltar de manera más clara y enfática los beneficios sociales, económicos y productivos que tiene para ofrecer este sector.