Es supervisora de seguridad en Veladero, la mina ubicada en la provincia de San Juan. Combina sus semanas entre la altura de la mina y la vuelta a casa junto a su familia. Una mujer con dos pasiones que busca constantemente nuevos desafíos.
Vía Infobae
Tania Ribes vive dos vidas en una. Su historia está plagada de esfuerzo y perseverancia, pero por sobre todas las cosas prima el amor que le pone a todo lo que hace. Y no es poco.
Oriunda de San Juan, estudió en la Universidad Católica de Cuyo. Quería ser abogada y se esforzó mucho para ello. Sin embargo, a veces el destino tiene otros planes. Su hermano, que estudiaba Higiene y Seguridad, en cada charla, de a poco, la fue entusiasmado para virar el timón. Con una carrera a punto de finalizar decidió que el camino elegido a lo mejor no era el perfecto. Por eso, se embarcó en Higiene y Seguridad.
Comenzó a buscar trabajo en algo que -sin imaginarlo- le apasionaba. Enviaba cientos de currículums pero, hace doce años, el rol de la mujer estaba más sectorizado. Recuerda que en esos años, el rol de la mujer en la minería y, sobre todo en la higiene y seguridad laboral, y prevención de riesgos, era difícil. Sin embargo, jamás bajó los brazos. De tanto insistir para cumplir su meta, logró que una empresa sanjuanina, dedicada al mantenimiento de líneas eléctricas, le brindara esa única y gran oportunidad. Ahí, por primera vez subió a Veladero.
Pasaron diez años de aquella experiencia que le marcaría la vida. A partir de allí, su realidad se dividió en dos. Comenzó a pasar la mitad del mes en la mina a casi 5.000 metros de altura y la otra -bajaba- (como ella dice) para estar con sus hijas. Dos niñas que, en aquellos años, tenían cinco y doce años. Para una madre soltera, el reto no podía ser más difícil pero igual de desafiante. Tenía la oportunidad de trabajar en lo que tanto amaba y sumar su experiencia en pos de la seguridad. “El interrogante más grande era qué iba a pasar si yo no estaba y a ellas les sucedía algo. Fue una decisión bastante compleja. De todas maneras, no estar presente, no significa que una deja su rol de mamá, porque estás al 100% atenta a lo que pasa en tu hogar, todos los días”, cuenta Tania.
Luego de desempeñarse en Veladero en diferentes posiciones, hoy está a cargo de la supervisión de seguridad. Sus días en la mina se resumen en una frase que repite como un mantra: “La seguridad para mí acá es fundamental. Es que todas las personas vuelvan a sus casas en las mismas condiciones en las que llegaron”.
Sus días comienzan al alba
Desayuna en el comedor, rodeada de sus compañeros -en su mayoría hombres- y, con la sonrisa que siempre la caracteriza, se sube a la camioneta y, luego de una charla técnica diaria, recorre el territorio para cerciorarse de que todo esté en orden. “Un día mío en Veladero no es rutinario. Así como tenemos condiciones climáticas cambiantes, las actividades de Veladero son diferentes todos los días. Lo habitual y normal es llegar a la oficina, verificar los mails, hacer recorridas, hablar con la gente y realizar capacitaciones”. Para Tania, toda situación de peligro es evitable y hay que trabajar permanentemente para hacer de la mina un sitio seguro. Tarea que considera cumplida.
En 2021, más de 4500 colaboradores y 900 empresas proveedoras forman parte del equipo de Veladero. El 91% de los trabajadores y más de 400 empresas son oriundas de San Juan. Su misión es ser una mina de oro de clase mundial, con un ambiente libre de peligros y trabajadores plenos, que cree valor a largo plazo para sus comunidades y socios.
Su segunda vida: la vuelta a casa
Ya sin su casco minero, si bien su corazón late cada vez que menciona Veladero, admite que con los años se le hace más difícil dejar a la familia. Sin embargo, rescata que cada vuelta a casa es un encuentro plagado de abrazos y besos. Hoy en su hogar la esperan sus hijas, que ya crecieron pero la reciben con el mismo amor que hace diez años atrás. Además, su esposo, que apareció en su vida para ordenarla, como ella aclara, la espera con la comida lista para disfrutar los cuatro y ponerse al día. De todas maneras, entre sus pasiones destaca su amor por la cocina. “Hago las mejores pizzas y milanesas del mundo”, cuenta con orgullo.
Orgullosamente sanjuanina como la mayoría de sus compañeros, Tania es una agradecida a su vida en Veladero. Es un lugar que le abrió las puertas y le brinda oportunidades para desplegar sus conocimientos en seguridad. Para ella y todos los amantes de esta profesión, la minería y el petróleo son dos grandes campos para poder aplicar los conocimientos adquiridos y se encuentran entre las industrias con mejores índices de seguridad del país. Además, reconoce que es una industria que se ha transformado en una fuente de oportunidades para muchas personas que no deben emigrar y encuentran el mejor trabajo cerca de casa.
Tania, esa mujer valiente que lidera un equipo de trabajo, que se encarga de algo tan primordial como la seguridad, sabe que su futuro está en Veladero. Que pueden pasar los años pero no se imagina haciendo otra cosa que no sea subir a la mina. Ahí está su otra familia: “Tenemos nuestra familia de sangre que es fundamental y por la cual estamos acá pero también tenemos nuestra familia laboral que son nuestros compañeros y compañeras de trabajo. Veladero es mi lugar, mi vida. Significa todo para mí”, concluye emocionada.