Por Mg. Marita Ahumada
Directora Comité Asesor Women in Mining Argentina
Internacionalmente y desde siempre la minería ha sido una actividad masculinizada, y más aún en la región andina donde la participación femenina se encuentra por debajo del promedio de otros países mineros como Australia y Canadá.
Si bien muchas empresas mineras han incrementado la fuerza laboral femenina en los últimos años, aún existen sesgos y prejuicios sobre los beneficios de tener un plantel inclusivo y diverso. De hecho, aún en 68 países está en vigor el Convenio 45 de la OIT aprobado en 1935, anticuado y discriminatorio, que prohíbe el trabajo de mujeres en minería subterránea. A pesar de ello, gracias a la aceptación cada vez mayor de mujeres en esta industria a nivel global se ha logrado mejorar su inclusión en mayor porcentaje que en los sectores petrolero, de obras viales y perforaciones, entre otros.
La educación juega un rol muy importante en esta “aceptación”. No solo en la capacitación de mujeres en carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas –STEM- (Science, Technology, Engineering and Maths) sino en la formación de varones en temas que están más cerca de las humanidades que de la cuestión técnica. Esto incluye todas las acciones que permitan eliminar prejuicios, estereotipos y sesgos contra las mujeres que se acercan a la actividad minera, cumpliendo con los principios para poner fin a todas las formas de discriminación y lograr el cambio cultural que promocione el trato justo, respetuoso y equitativo.
Con respecto a la educación STEM, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) indica que en Argentina de cada 10 personas que se dedican a investigaciones científicas, 6 son mujeres, pero solo una de cada diez lo hace en ingeniería y tecnologías. Son minoría en ciencias físicas (30%) y mayoría en matemáticas (55%), ciencias de la salud (71%), sociales (66%) y humanidades (64%), campos que se encuentran muy lejos de la minería.
En Estados Unidos el Bureau of Labor Statistics (2019) señaló que las principales áreas ocupadas por mujeres son las ciencias biológicas (47,7%), ciencias químicas y de materiales (42,5%), computación y matemáticas (25,8%) y finalmente solo un 15,7% de mujeres en ingeniería y arquitectura. Ellos advirtieron que entre otros, los factores clave de disparidad de género en STEM son: los estereotipos de género (los campos científicos son vistos casi siempre como monopolio masculino), culturas machistas (en las culturas machistas dominantes que no simpatizan con la participación de mujeres u otras minorías, los cargos en investigación tienden a perpetuarse entre los hombres) y, menos modelos a seguir (las mujeres representan menor cantidad de roles que sirvan de modelo para despertar interés en estos campos al verse menos ejemplos de mujeres científicas o ingenieras en libros, medios de comunicación y cultura popular, y aún son menos los ejemplos de mujeres de raza negra en matemáticas o ciencias).
En general la participación de las mujeres en el mercado de trabajo nacional creció del 36,8% en 1990 al 48,1% en el primer trimestre del 2017, aunque el MTEySS expresó que “la desigualdad de género está presente en múltiples aspectos de la realidad, siendo el mercado de trabajo una de las dimensiones donde la posición desventajosa de las mujeres se manifiesta con una intensidad insoslayable”. A pesar de este crecimiento la fuerza laboral femenina en minería no supera aún el 8,5%.
A pesar que en nuestro país la Ley N˚ 20744 de Régimen de Contrato de Trabajo otorga a las mujeres trabajadoras un marco de igualdad de trato y oportunidades a la hora de insertarse en el mercado de trabajo aún existen diferencias salariales por igual trabajo realizado. Esto es significativo y merece un trato urgente debido a que las brechas de participación en el mercado laboral entre hombres y mujeres se achican cuando éstas son jefas de hogar. En este sentido la industria minera ha otorgado la oportunidad a muchas mujeres de mantener a sus hijos y desarrollarse laboral y personalmente, sobre todo en comunidades alejadas de los grandes centros urbanos.
Para reducir las brechas de género dentro de las empresas se requiere que los trabajadores mineros, además de las charlas de ambiente, higiene y seguridad, reciban capacitaciones en temas de inclusión y diversidad haciendo foco en la tolerancia, respeto, corresponsabilidad y conciliación familia–trabajo, incorporando además políticas que valoren a los trabajadores mineros por su capacidad y compromiso, sin distinción de género, etnia, religión, orientación sexual, edad, estado civil o discapacidad.
Lograr el cambio cultural necesario para aceptar a la mujer como un par capaz de desenvolverse con prestancia tanto en un taller de mantenimiento de maquinaria pesada como en un cargo gerencial es un proceso que necesita tiempo, planificación y seguimiento como todo aprendizaje.