Antes de que esta situación sanitaria sin precedentes eclipsara el inicio de una nueva década y acelerara los desafíos del planeta hacia el futuro, algunos acuerdos globales ya proclamaban la necesidad de incorporar a más mujeres a las áreas de decisión y garantizar la igualdad de oportunidades sin distinción de género. Tal es así que desde 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) promueve los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), una herramienta de utilidad para conocer hacia dónde se dirige la agenda de desarrollo para los próximos años y sobre el que las mujeres mineras deberemos seguir haciendo hincapié para avanzar en futuras conquistas, especialmente en lo que respecta al ODS N°5, que busca, entre otros aspectos, «otorgar a la mujer derechos igualitarios en el acceso a los recursos económicos».
Como es visible, la agenda de género ya se encontraba en vías de consolidación previo a la pandemia; pero sin embargo, este acontecimiento histórico ha acelerado una transformación inesquivable. Hoy por hoy, ante una economía incierta y desafíos mayúsculos relacionados a la pobreza y el acceso a los recursos, se profundiza la necesidad de contar con más mujeres que hagan su aporte y colaboren profesional, intelectual y humanamente con una situación que nos engloba y motiva a aunar esfuerzos y capacidades en pos del bien común.
Hablar de la necesidad de incluir a la mujer no representa sólo un acto de justicia y equidad, sino que es un objetivo que debemos implementar cuanto antes ya que para enfrentar esta problemática global se precisará de nuevas miradas, de soluciones inteligentes y multidisciplinarias y un accionar que nos permita salir de la crisis sanitaria y volver hacia la senda del crecimiento. Todo ello se logra diversificando las voces y abrazando una concepción más pragmática y menos tradicionalista.
No debemos descuidar que, a lo largo de la historia, la mujer ha sido una pieza fundamental para el desarrollo de nuestro planeta. Desde Marie Curie a Valentina Tereshkova o Gertrude Elion, entre otras tantas mujeres que ayudaron al mundo con sus ideas -muchas desde el anonimato-, queda claro que sólo nos podremos reponer a la pandemia incentivando una mayor inclusión y haciendo posible que esas mujeres que tienen tantas ideas por aportar puedan integrar aquellos lugares desde donde se toman las decisiones.
Específicamente en el área minera, vemos que dentro de este contexto aún desconocido existen oportunidades nacientes. En lo interno pero también en lo externo. Es decir, en una suerte de efecto en cadena, el desarrollo de la minería colaborará también al desarrollo humano y de nuestras comunidades, atentos a una coyuntura asfixiante que ha reducido las posibilidades de crecimiento de los países y que nos interpela para generar nuevas alternativas sociales y económicas. Una de ellas es la minería.
Ante este contexto, son cada vez más las mujeres en la industria que desde distintos ámbitos y con distintas responsabilidades sientan precedente y ayudan a que la minería se fortalezca desde sus cimientos. Por ello, es menester seguir avanzando en políticas sectoriales orientadas a multiplicar las voces y aprovechar el potencial de muchas mujeres que desde distintas partes del país quieren brindar su aporte y trabajar por una minería más inclusiva, desarrollada y alineada a los profundos desafíos que trajo esta nueva e inesperada década.
Existen sobrados espacios en los cuales es posible consolidar la participación femenina, y por ello el presente contexto debe servirnos como un punto de partida definitivo hacia la construcción de entornos más amplios. En los directorios, en las empresas y en las instituciones; en la mina y hasta en las salas de conferencias, es momento de empezar a trabajar sobre el nuevo mundo con el empuje de más y más mujeres.
El saldo que debe dejarnos esta situación histórica es el de una sociedad más justa, igualitaria y comprometida donde hombres y mujeres, miembros de una misma comunidad, son capaces de generar sinergias y dar lo mejor de sí para enfrentar un futuro dinámico, de desafíos y oportunidades crecientes en el que el trabajo conjunto es un imperativo.