Por Celeste González
Directora General de WiM Argentina
Aún no hemos trascendido la crisis del coronavirus, pero mientras la situación sanitaria sigue su curso, la sociedad se encuentra alerta a cómo sobrellevar este escenario y enfrentar un futuro de transformaciones inminentes. Se desconoce, al momento, qué es lo que sucederá más allá de este semestre gris. Ningún pronóstico vaticinaba, poco antes de diciembre de 2019, que esta nueva década comenzaría con un acontecimiento de este calibre. Sin embargo, una nueva realidad se presenta de forma global, y a los fuertes desafíos que ya tenía la humanidad en este siglo en relación al medio ambiente, se suma lo que podría ser un cambio radical en la estructura económica, social y productiva.
Sin lugar a dudas, este contexto nos obliga a prepararnos de forma extraordinaria para un mañana por ahora incierto. Mientras recae en manos de los científicos la esperanza global de encontrar una cura que nos permita salir del confinamiento y arribar a la ansiada normalidad, una nueva normalidad, desde las ciencias sociales ya remarcan que la pandemia dejará como saldo un cambio de visión respecto a cómo concebimos, por ejemplo, las relaciones interpersonales, sociales, laborales y productivas.
En el ámbito económico también se esperan fuertes cambios. Los especialistas en la materia afirman que la pandemia impactará en el ritmo de la economía mundial afectando por consiguiente el desarrollo de los recursos y generando un efecto en cadena a lo largo y a lo ancho del planeta. Todos tendremos que reconvertirnos y adaptarnos a este escenario atípico que nos atraviesa en distintos niveles y que pone en crisis todo aquello que creíamos válido hasta hace algunos pocos meses atrás.
Ante esta realidad que ha puesto en jaque nuestra cosmovisión, como argentinos tenemos la oportunidad de avanzar en la generación de consensos que posibiliten el crecimiento y permitan desarrollar todo el potencial social, profesional y de recursos que poseemos en esta región tan rica del planeta. Y hoy, más que nunca, precisamos del aporte de todos y cada uno de los habitantes de este suelo.
En este sentido, la minería tiene mucho para dar. Y desde Women in Mining Argentina acompañaremos un proceso de apertura que permita dar a conocer la gran oportunidad que ha significado para las trabajadoras mineras y las mujeres de distintas comunidades la llegada de esta noble industria, especialmente en aquellas regiones remotas donde no se vislumbraba un horizonte posible y hoy observamos desarrollo y progreso.
Como mineros y mineras de este bendito país, creemos que es posible la transformación socioeconómica de muchas provincias argentinas a través de la minería, y que sólo mediante el trabajo conjunto podremos sentar las bases de una Argentina próspera y equitativa. El desarrollo de la industria minera va de la mano del desarrollo de los pueblos. Y en este contexto tan álgido, claro está, no hay lugar para el desencuentro. Probablemente, cuando esta pandemia acabe habremos sacado lo mejor de cada uno en pos del bien común.
Una de las consecuencias más positivas que deja esta pandemia es precisamente el sentido de unidad y compromiso que hemos adquirido como sociedad pese al aislamiento. Entendemos, como nunca antes, que las acciones de uno tienen un impacto directo en los otros, y por ello, en medio de este barajar y dar de nuevo, es importante sumar nuevas voces y nuevos actores que nos acerquen a un estadio de crecimiento en lo que será un escenario más que desafiante no sólo para la Argentina sino también para todos los países del mundo.
Para convertir la crisis en una oportunidad de crecimiento genuino deberemos pensar hacia adelante en el sentido más amplio y colectivo de la palabra. Y eso implica poner todo nuestro potencial al servicio de las personas. Trabajar con las comunidades, fomentar el desarrollo de industrias y proveedores, y acompañar a quienes apuestan por el país se vuelve entonces uno de los pilares del futuro que anhelamos. Un futuro plural, equitativo y federal. Un futuro en el que se piense a la minería como un agente capaz de mejorar las condiciones de existencia en aquellas regiones donde se desarrolla.
En medio de este parate, sólo surge decirles que no bajemos los brazos. Hay por delante mucho por hacer, y también mucho por mejorar y reflexionar.
Con fuerza y entusiasmo, reafirmamos nuestra convicción de que una minería sustentable es posible. Y que es esta industria una aliada para combatir la pobreza.