Minería y comunidades: un camino de diálogo, respeto y entendimiento

En el marco de la celebración por el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, resulta fundamental poner en relieve la relación entre la minería y las comunidades originarias en Argentina. Lo social, junto con las consideraciones territoriales y ambientales de los proyectos, son parte del compilado de temas de vital importancia a seguir trabajando para garantizar un crecimiento armónico de la actividad.

En las distintas iniciativas que la minería lleva adelante como industria, una de las premisas esenciales es la escucha activa de las comunidades locales y sus intereses, brindándoles un rol preponderante en la toma de decisiones y una voz propia dentro de los espacios de debate vinculados con el presente y futuro productivo de los proyectos, especialmente en aquellos de magnitud.

La minería en Argentina ha evolucionado, y hoy, como nunca antes, se busca una sinergia positiva entre la actividad y las comunidades, siendo esa la línea de base sobre la cual se piensa a cualquier emprendimiento. En tal sentido, el mensaje ya fue comprendido hace tiempo, y la conclusión es unánime en todo el sector: ningún tipo de actividad económica de envergadura es posible sin licencia social y sin custodiar, con rigor diario, que esas relaciones construidas son sostenibles y sólidas en el tiempo. En una industria como la minera, esta idea cobra todavía más protagonismo, y la total garantía de los derechos de los pueblos originarios se vuelve un hecho crucial y necesario de atender desde todos sus frentes.

Además de considerar las voluntades de los habitantes en las áreas de influencia, la minería puede colaborar estrechamente con las poblaciones originarias para mejorar las condiciones de existencia de estas regiones, apartadas de las grandes ciudades, con escasa o nula infraestructura y muchas veces sometidas a la ausencia de recursos esenciales como agua potable o energía. Al mismo tiempo, puede contribuir a preservar y fomentar la rica cultura, el conocimiento ancestral y la sabiduría de estos colectivos, promoviendo proyectos de desarrollo local propuestos por los propios habitantes.

Este Día Internacional de los Pueblos Indígenas, extensivo a todo el mes de agosto, es una oportunidad para reflexionar sobre los lazos de la minería con las comunidades en Argentina, abriendo paso a un diálogo común que colabore a una mayor apertura y diversidad, y sobre todo, al entendimiento de que, aun con distintas cosmovisiones, es posible sembrar futuro y establecer un vínculo de compromiso y armonía para todo el conjunto. También, es una jornada para poner en relieve lo que se hizo, lo que se hace y lo que aún queda por hacer para que la industria se reposicione en la sociedad a partir no sólo de su perfil productivo, sino también de su injerencia en lo social y comunitario.

En esta búsqueda, las mujeres mineras, destacadas por su sensibilidad y capacidad de diálogo, tienen un potencial único para convertirse en las verdaderas líderes de la transformación social de la actividad. A medida que los números de participación femenina en el sector continúen creciendo, más fácil será para la minería resolver aquellos condicionantes que, por sus orígenes, arrastra esta actividad y que, fruto de un trabajo coordinado entre todas las partes, se están dejando atrás.