Por Nora Fiorini
Traductora pública e intérprete especialista en minería
WiM Argentina
Cuando tenemos que hablar o escribir sobre aspectos de desarrollo, nos surge la duda acerca de qué término emplear: ¿sostenible o sustentable?, ¿sostenibilidad o sustentabilidad?
Lo habitual en estos casos es recurrir a un diccionario. El diccionario de la lengua española de la Real Academia, el DRAE, nos dice: “Sostenible: 2. adj. Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Desarrollo, economía sostenible.” (Real Academia Española, 2014, definición 2).
Mientras que en la entrada para sustentable en la segunda acepción se lee: “adj. sostenible (‖ que se puede mantener sin agotar los recursos)” (Diccionario de la lengua española, 2014, definición 2).
Por lo tanto, no se trata de dos conceptos diferentes sino de sinónimos.
¿Listo? ¿Resuelta la duda? No tanto.
Si nos detenemos en la entrada para sostenible, el diccionario se remite al campo de la economía y ecología. Es decir, es un vocablo específico de una ciencia. Es decir que en este caso un diccionario general de la lengua no resuelve la cuestión. Habitualmente, hay que investigar bastante en la historia para hallar el origen de un término definido dentro de un área del saber. Pero, en el caso del término sostenible, su aparición es relativamente reciente, y tenemos el documento y la fecha exacta en que se acuñó con el sentido que se le asigna en ecología y economía.
La Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982 aprobó la Carta Mundial de la Tierra y, un año más tarde, creó la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo. Uno de los motivos de esta creación, tal como se lee en los considerandos, fue que en el mundo se observaban muchos mecanismos de desarrollo que conducían a aumentos en términos de pobreza, vulnerabilidad e incluso degradación del ambiente.
Gro Harlem Brundtland, primera mujer en ejercer el cargo de Primera Ministra de Noruega, fue la elegida para liderar este equipo de investigadores que tuvo como objetivo formular una agenda global para el cambio. El 20 de marzo de 1987, bajo el título de Nuestro futuro común, la comisión presentó su informe ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Este trabajo, que hoy conocemos como el Informe Brundtland, fue escrito originalmente en inglés y en el capítulo Sustainable Development en poco más de dos líneas define el concepto que hoy es ampliamente utilizado en economía, medioambiente y desarrollo.
La traducción oficial textualmente dice “Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible, duradero, o sea, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo “Nuestro futuro común”, 1987, pág. 23)
Es interesante observar que, en este informe de 416 hojas, duradero y perdurable aparecen más veces que sostenible, pero sustentable no se menciona ninguna vez.
En la base de datos terminológica multilingüe de las Naciones Unidas (UNTERM) hay 1482 entradas para sostenible y sostenibilidad, en documentos emanados de distintos organismos como las Oficinas Centrales de las Naciones Unidas (UNHQ), la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra (ONUG), UNESCO, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL), la Organización Marítima Internacional (OMI) y muchísimas otras organizaciones dependientes de las Naciones Unidas.
Por su parte, solo hay 45 instancias para sustentable y 5 para sustentabilidad, casi exclusivamente en documentos de la CEPAL, en particular de autores de Chile y Argentina y, en menor medida, de México, Venezuela y Perú. En una de estas entradas se lee una nota interna: “¿va a quedar así? no está aceptado este término”.
Asimismo, en mi experiencia en trabajos de traducción para las Naciones Unidas y organismos internacionales, como el Banco Mundial, los glosarios internos exigen el uso de sostenible y sostenibilidad.
Si bien ya hay muchas organizaciones que llevan en su nombre el término sustentabilidad, la tendencia es que cada vez se impone más el uso de sostenible, tal como lo muestran los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es posible que la cercanía con la palabra en inglés (sustainability) haya motivado el uso de sustentable y sustentabilidad, pues en todas las instancias consultadas el término en inglés es siempre el mismo, sustainable o sustainability, por lo que no hay dudas de que no se trata de dos conceptos diferentes, sino de dos vocablos para un mismo concepto.
Entonces, ¿cuál sería la conclusión?
Basándonos en las fuentes que dieron origen a la acepción del término y la base terminológica oficial del organismo donde se acuñó el concepto, podemos concluir que, si bien desde el punto de vista estricto de la lengua, sostenible, sustentable, duradero y perdurable son sinónimos, la opción precisa y técnica es emplear sostenible y sostenibilidad para referirnos al concepto que creara el equipo de Brundtland.
Los demás son sinónimos y, a mi entender, deberíamos reservarlos para los cuerpos de los textos y no para títulos de organismos o asociaciones, si queremos ser fieles a su definición original.
Como cierre comparto la visión en la que se basó la Comisión Mundial del Medio Ambiente y el Desarrollo para lograr su objetivo de una agenda de cambio: “es posible para la humanidad construir un futuro más próspero, más justo y más seguro”.