En primera persona: “Trabajar en una mina ha sido un antes y un después en mi vida”

La Geól. Paloma Asprella, oriunda de La Plata, reconoce a las ciencias de la Tierra como una de sus primeras pasiones. Desde muy chica soñaba con viajar por todo el país trabajando en lugares remotos y hoy, a sus 27, ya tildó con creces ese casillero en su vida profesional: actualmente ejerce el cargo de Geóloga Jr. de Producción en la mina santacruceña Cerro Moro, operada por Yamana Gold, siendo responsable de las perforaciones diamantina y de aire reverso de una de las principales operaciones mineras de oro y plata del país. “Es fundamental el apoyo de organizaciones como WiM Argentina y la fuerza que están tomando las mujeres en la industria”.

¿Cómo comienza la odisea de una joven de Buenos Aires amante de la geología hasta llegar finalmente a una mina del porte de Cerro Moro, en Santa Cruz?

El camino comienza desde muy chica con una pasión que después se traduce en un camino de vida. Estudié en la Universidad Nacional de la Plata, en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo donde me recibí de geóloga. Luego sumé un posgrado de Remediación Ambiental y soy ayudante en un posgrado de Exploración y Explotación de Litio.

Siempre me gustó todo lo relacionado a las ciencias de la Tierra y soñaba con viajar por el país trabajando en lugares de montaña o zonas remotas. Hoy pude cumplir este objetivo motivada por el apoyo de WiM Argentina y sus representantes, en especial el de Ariana Carrazana di Lucía, a quien le compartí mi historia y me recomendó en la empresa tiempo más tarde. Después de años de preparación estoy trabajando en Cerro Moro en un área muy movida y dinámica donde constantemente aprendés cosas nuevas.

Actualmente soy responsable de las perforaciones diamantina y de aire reverso para el área de producción. Ha sido un gran cambio de vida tener que adaptarme a este nuevo régimen 14×14, con tantos días distanciada de mi casa y un equipo de trabajo muy grande en su mayoría integrado por varones. Sin embargo, cuento con un grupo muy lindo y el clima laboral es agradable y divertido. Es un desafío aprender a coordinar el trabajo con otras personas, convivir con las personas con las que trabajás y estar lejos de tus seres queridos, pero la verdad es que estoy muy contenta y los días se pasan volando.

El acceso al primer empleo resulta una temática compleja para los jóvenes en el inicio de la vida laboral. ¿Cuál fue tu experiencia en este sentido?

Cuando terminé mis estudios en mayo de 2019 decidí viajar a Australia por unos meses para aprender inglés y conocer otras partes del mundo. Volví en febrero de 2020 con la idea de empezar a trabajar como geóloga en alguna mina en el Sur y lamentablemente la pandemia anuló esa posibilidad y no se dio lo que esperaba. Estuve más de un año buscando empleo bastante frustrada, como hoy por hoy le pasa a mucha gente. Recién en marzo de este año comencé a trabajar en una Beca Doctoral para la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires. Sinceramente ese no era el trabajo que yo soñaba y en agosto apareció otra posibilidad en Yamana Gold. Para ese entonces la empresa buscaba geólogos jr; no lo dudé y envié mi curriculum. A los pocos días me llamaron y realicé dos entrevistas. Luego, en la primera semana de septiembre me confirmaron que había sido seleccionada y al noveno día de ese mes emprendí viaje a Cerro Moro para comenzar a trabajar formalmente en la mina. Fue una gran aventura, todo se dio muy rápido y no tuve mucho tiempo para procesarlo y pensar de más. Valoro fuertemente haberme animado.

El primer día fue muy intenso, llegué al campamento en Cerro Moro y estaba asombrada y nerviosa, estuve dos o tres días sintiéndome un poco rara y perdida, con muchas capacitaciones y charlas de seguridad. Poco a poco fui integrándome al grupo y aprendiendo la dinámica colectiva de trabajo, cuáles eran mis responsabilidades, las reglas de convivencia y los protocolos de seguridad vigentes. Hoy en día ya estoy mucho más familiarizada con la actividad que hacemos y con las distintas áreas con las que nos vinculamos.

Tenés una mirada directa de lo que es trabajar la minería en terreno. ¿Cómo se conjuga ser mujer y minera? ¿Qué aspectos creés que es necesario seguir apuntalando desde el sector y cuáles son tus expectativas al respecto?

En el área donde me desempeño somos alrededor de 15 personas y sólo dos somos mujeres, ambas geólogas. Mi compañera ha trabajado en Cerro Moro durante 11 años así que es un gran ejemplo para mí, sabe muchísimo y es muy respetada por todos en la mina.

Creo que en nuestro caso es un poco más difícil adaptarnos e integrarnos a estos trabajos, generalmente se debe a que los trabajadores son mayormente hombres por una cuestión cultural que viene desde hace tiempo, una tendencia que hoy está cambiando. Sigue siendo poco común ver mujeres en minería y creo que debemos hacer un esfuerzo doble en muchos casos para hacernos escuchar, que nos acepten y que valoren nuestro trabajo al igual que el resto. Es un desafío enorme para nosotras. Por un lado por lo laboral y personal, y por el otro por ‘tener que demostrar’ que nosotras podemos y que tenemos las mismas capacidades que los demás. Esto puede significar hacernos fuertes y ponernos firmes frente a determinadas situaciones de trabajo con compañeros a los que, sin mala intención, se les hace difícil asimilar del todo que estamos ahí haciendo el mismo trabajo que ellos.

Mi expectativa es poder aprender, creo que la búsqueda se orienta a crecer como profesional y también como persona. Me incentiva la idea de aportar mi experiencia para que más mujeres se sumen a la actividad minera. Tenemos que hacer que nuestra participación sea más natural. Podemos complementarnos muy bien entre hombres y mujeres para formar equipos de trabajo diversos y dinámicos.