La panadería de las hermanas Muñoz: El ejemplo de salir adelante en familia

Lorena Muñoz tiene 37 años y es una sanjuanina que bien sabe afrontar las adversidades. Aprovechando su particular lugar de origen, puso en marcha la panadería La Gladys donde, con el apoyo de su hermana y su madre, provee de semitas y alimentos caseros a trabajadores y viajeros que pasan de un lado a otro del paso fronterizo Agua Negra entre Argentina y Chile. Más de su historia en la siguiente entrevista.

¿Cómo surge el emprendimiento?

Como muchos emprendimientos, todo surgió por la necesidad de trabajar y generar ingresos en regiones donde muchas veces no existen suficientes oportunidades. En ese tiempo era madre soltera y junto a mi mamá decidimos aprovechar nuestra cercanía con el paso de camino a Chile y hacer semitas para vender allí. Hoy en día avanzamos y estamos ya más consolidadas y mucho mejor que antes. Luego de ese primer intento se incorporó mi hermana y ahora somos tres mujeres al mando de este emprendimiento que, a fin de cuentas, es el emprendimiento de toda una familia donde todos nos encargamos de hacer pan, semitas, tabletas, palmeritas, prepizzas, pollo asado y hasta empanadas.

¿Cuál es su meta con este proyecto?

Que todo vaya mejorando y que se pueda maximizar todo lo que brinda la panadería. Queremos avanzar con esto, trabajar con más empresas que están cerca y nos piden comida. A veces es por temporadas, nuestra meta es que esto tenga continuidad en el tiempo; incorporar más maquinaria. Queremos seguir creciendo por nosotros y por nuestro pueblo. Crecer no sólo para el bienestar de la familia sino también para dar trabajo a otras personas. 

Respecto a la industria minera, ¿qué relación han generado con la empresa Barrick Veladero, una compañía vecina de la panadería?

Barrick ayudó bastante en este recorrido. Estuvimos solicitando acompañamiento y nos ayudaron con maquinaria y un horno pizzero que nos permitió seguir mejorando nuestro proyecto y aumentar la producción para llegar al hogar de cada iglesiano. Todo surgió de una necesidad y hoy es algo que disfrutamos en familia.

¿Son exigentes los paladares de los viajeros y trabajadores que visitan día a día la panadería?

Sí, aunque los más exigentes somos nosotros desde el otro lado del mostrador. Nos reconforta brindar productos de calidad y mejorar los procesos de producción de todo lo que realizamos. Es un trabajo artesanal, casero, que requiere de tiempo y pasión. En mi caso, estoy orgullosa de haber podido salir adelante y seguiremos junto a mi hermana, mi madre  y mi familia haciendo lo posible para que esto sea cada vez más grande. La recepción de la gente es muy buena.